AZÚCAR EN EL CAFÉ. ¿SÍ o NO?

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De qué hablamos en este artículo:

  • Introducción
  • Antecedentes históricos
  • Producción de café
  • Análisis
  • Azúcar y salud
  • nuestra opinión

AZÚCAR Y CAFÉ: ¿sí o no? ¿Por qué?

En opinión de los expertos, la respuesta impulsiva sería un "no" rotundo. Pero, ¿es realmente el azúcar en el café el 'mal absoluto'? ¿Es siempre y en todo caso malo añadir azúcar al café?

Intentemos entenderlo mejor juntos...¿Qué tiene de malo añadir azúcar al café?

El café no es algo que se obtiene en unos minutos. Si tenemos en cuenta todos los procesos de producción desde el cultivo en adelante, es un producto que necesita semanas, meses o incluso años y años de duro trabajo para conseguir el resultado deseado en la taza.

Cada proceso de producción desde el cultivo en adelante está enfocado a potenciar y preservar todas las características del propio café de la mejor manera posible, en función del resultado final deseado en la taza.

Los sabores y aromas del café son únicos. Dependen de la variedad, del suelo en el que se planta, del uso de fertilizantes (orgánicos o no), de la cantidad de sombra, de la altitud, de los métodos de procesamiento del café, de la molienda y de muchas cosas más...

Cada tostador elige un perfil de tueste y molienda que cree que realza mejor las características de sus granos.

Por último, dependiendo de la cafetera utilizada, y por lo tanto del tipo de cápsula, hay una determinada extracción y un determinado resultado en la taza. A ojos de un catador profesional o barista, por lo que en teoría lo que debería ser un experto en extracción de café, "el café ya es perfecto tal cual". 

Una vez que se añade azúcar, ya no es la misma bebida. 

El azúcar no sólo hace que el café sea más dulce, sino que también oculta algunas de sus notas más delicadas. Cambia su perfil de sabor y su equilibrio.

Esta es, por supuesto, la opinión de los expertos. Pero, ¿qué opinan quienes lo beben a diario y no son expertos? 

El gusto es cosa suya.

En el café, como en tantos otros campos, es el gusto personal el que marca la diferencia. Para algunos, hacer café es ciencia, para otros es arte.  En realidad, creemos que es ambas cosas, aunque cuando hablamos de gusto, la comparación con el arte es bastante acertada.

Pongamos un ejemplo práctico: todo el mundo (más o menos) es capaz de reconocer la belleza de la catedral de Florencia.  Por el contrario, quizá no todo el mundo aprecie los cuadros de Pollock o Kandinsky. 

Para algunos, pueden parecer una monstruosidad. Y, a ojos de un profano, puede serlo. Así que el café es cuestión de gustos. Algunos cafés pueden verse como el Duomo de Florencia, aceptado por todos, mientras que otros pueden verse como un cuadro de Kandinsky, más difícil de entender. 

Los gustos son los gustos, no todo el mundo lo ve de la misma manera y no todo el mundo puede tener siempre la comprensión necesaria del producto para poder apreciarlo plenamente.


Juzgar no es necesario

En toda esta charla, los que añaden azúcar a su café podrían sentirse juzgados negativamente. Y eso es exactamente lo que no queremos. Por experiencia, sabemos que mucha gente puede no haber probado cafés que sean naturalmente dulces o que tengan un sabor equilibrado. 

Para muchos, de forma generalizada, el café es simplemente amargo y, por lo tanto, hay que añadirle azúcar.  Como se puede adivinar, nadie tiene la culpa, y juzgar las elecciones de los demás no tiene mucho sentido. 

Por esta razón, intentamos ofrecerle varios tipos de café, desde el 100% Robusta de tueste más oscuro con notas de chocolate negro y frutos secos hasta el 100% Arábica de Sudamérica de tueste rubio con notas de miel y galletas. 

Precisamente para intentar ofrecerle el café más adecuado. Bromeando sobre el tema del azúcar, pero sin juzgar.


Puntos de vista y un compromiso saludable

La cuestión del azúcar es también en gran medida cultural. Históricamente, sabemos que añadir azúcar al café siempre ha servido para enmascarar el amargor de los tuestes oscuros y los cafés de mala calidad.  Esto se debe a que nuestro gusto está "programado" para evitar los sabores amargos, ya que a menudo se asocian con sentimientos negativos.

Nuestro cerebro reconoce lo dulce como una sensación de placer y recompensa, produciendo dopamina, conocida como la "hormona de la felicidad". Éste es exactamente el mismo concepto que nos hace desear dulces y bebidas azucaradas.

Como ocurre con todos los alimentos y bebidas, el paladar se acostumbra al café con el tiempo y, prescindiendo de él o reduciéndolo, podemos conseguir necesitar cada vez menos azúcar. En contra de los que afirman que nunca se debe añadir azúcar al café, hay quien sostiene que añadir una cantidad moderada de azúcar puede mejorar la capacidad de percibir diferentes sabores, equilibrando la acidez y contrarrestando el amargor.

El azúcar, sin embargo, debe ser neutro y no aportar nada más que dulzor. Otros edulcorantes como el azúcar moreno, el aspartamo, la miel o la estevia tienen su propio sabor, que tapa y altera el gusto en la taza. 

Este último, por ejemplo, puede distorsionar el sabor y añadir notas de todo tipo, desde caramelo hasta notas vegetales.

Volvemos al discurso central relacionado con el sabor. 

Para algunos (especialmente los expertos), añadir azúcar supone una alteración irreparable del sabor del café. Para otros, es simplemente lo que necesitan para disfrutar cómodamente de su café.

Al final, como expertos sugerimos probar el café antes de añadir azúcar. Creemos que esto ya puede ser un buen compromiso para percibir plenamente tanto el sabor original del café como la transformación del mismo tras la adición de azúcar.

Hasta la próxima guía gratuita :)
Niccolò

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